domingo, 4 de enero de 2015

Crímenes Imperdonables

Hola.  En esta ocasión traigo una historia realmente triste y desgarradora.

Tuve la necesidad de compartir esta historia por mi página, más no por alguna otra red social porque temo que no tomen esta historia con el debido respeto.


Un crimen americano

Esta película se ha basado en una historia verídica, en el final desafortunado de una joven inocente:

Sylvia Likens
Su familia estaba desestabilizada y era muy disfuncional: las peleas entre sus padres eran habituales, la comida escaseaba, tenían que mudarse varias veces por motivos económicos.

Sylvia era una muchacha callada y agradable a la que todos querían, que además ayudaba fregando los platos y planchando. Su hermana Jennifer también era muy callada, y había nacido con una pierna encogida, que había ido avanzando hasta llegar a poliomielitis.

En junio de 1965, los padres de Sylvia, Betty y Lester Linkens, dejaron a Sylvia y a su hermana menor, Jennifer, al cuidado de una ama de casa llamada Gertrude Baniszewski, una señora asmática con seis hijos a quien habían conocido pocos días antes en la iglesia, con el trato de pagarle 20 dólares semanales.


Al principio, todo iba bien, y las chicas parecían llevarse bien con los chicos Baniszewski. Tal vez el primer aviso del horrible crimen que iba a ocurrir posteriormente fue exactamente después de siete días de su llegada, cuando los 20 dólares llegaron con un día de retraso. Entonces, Baniszewski llevó a Sylvia y a su hermana Jennifer al sótano y les dijo: «Bien, perras, he cuidado de ustedes durante una semana por nada. El cheque de su padre no ha llegado.». Cuando Sylvia intentó explicar que seguramente el dinero se había retrasado, Gertrude ordenó a ambas que se inclinaran sobre una cama, se quitaran la falda y ropa interior y las azotó con una pala en las nalgas. Como Jennifer tenía poliomielitis y era la más pequeña, Sylvia propuso a Gertrude que la castigara a ella en vez de a su hermana pequeña. Baniszewski accedió.

Después de una semana, Betty y Lester Likens vinieron a visitarlas. Nadie se quejó, y los Likens se marcharon contentos. A partir de entonces, Baniszewski y sus hijos, así como varios adolescentes del barrio, empezaron a abusar física y psicológicamente de Sylvia. En realidad Baniszewski no soportaba a las chicas, pero mucho menos a Sylvia, a quien acusaba de ser una sucia y una promiscua.

Baniszewski comenzó a maltratar psicológicamente y físicamente a Sylvia, e incluso le permitía y alentaba a sus hijos a hacerlo, y sus hijos comenzaron a invitar a amigos del vecindario para que también lo hicieran.  Las personas del vecindario escuchaban toda clase de gritos, lamentos, gemidos y golpes que provenían de la casa de Baniszewski, pero prefirieron no entrometerse. 

Más personas se unen al maltrato pues observaban que Sylvia no ponía resistencia y no decía nada.  Los chicos la mordían, la besaban, la acosaban, la intimidaban e incluso abusaban de ella sexualmente.  Éstos traían a sus respectivas novias y a varios amigos para que se unieran.  Todo empeoraba. Nadie decía nada.


Pocos días antes de su muerte la muchacha intentó escaparse. La descubrieron y fue duramente castigada. Su hermana, Jennifer Likens, fue obligada a abofetearle la cara hasta que estuviera completamente roja.

El día anterior a la muerte de Sylvia Likens, Paula Baniszewski le dio a Sylvia su tratamiento especial: le pasó sal por todas sus heridas.

A la mañana siguiente, Sylvia estaba casi inconsciente. Tenía moretones, cortes y heridas de todo tipo por todo el cuerpo; hedía a causa de la falta de aseo, las cicatrices de quemaduras resaltaban por todas partes de su piel y hablaba sobre irse con sus padres y alcanzarlos en la feria donde se encontraban. Gertrude decidió que debía mojarla con la manguera. Una manguera de jardín fue llevada hasta el sótano. Todo el mundo rió mientras el agua salpicaba sobre el demacrado cuerpo de Sylvia Likens. Ella no se movió. No pudo hacerlo. Estaba muerta.

Richard Hobbs fue quien llamó a la policía con la esperanza de que le practicaran primeros auxilios y pensó que ella resucitaría milagrosamente, quedando ellos como héroes, y que todo estaría bien. Sin embargo, al ver el cuerpo, los oficiales y médicos declararon que el de Sylvia Likens era el peor caso de abuso físico que habían investigado en la historia del estado de Indiana. Sylvia Likens murió por hemorragia cerebral, shock y desnutrición.



Los innumerables maltratos que sufrió Sylvia

Un día, Gertrude le preguntó a Sylvia por qué pasaba tanto tiempo en la tienda de alimentos donde trabajaba. Likens explicó que había encontrado botellas de soda vacías y que las estaba llevando a la tienda para ganar unos cuantos centavos extra. Baniszewski no le creyó y la obligó a desnudarse completamente e introducirse una botella de Coca-Cola en la vagina delante de todos sus hijos y de Jenny. Este suceso ocurrió dos veces. La primera vez la botella se rompió estando en el interior de la niña y los cristales rotos le desgarraron las paredes vaginales. Cuando esto sucedió todos, menos Jennifer, estallaron en risas y aplausos, mientras Baniszewski no paraba de fumar.

Baniszewski le pegaba muy a menudo con una paleta de casi un centímetro de espesor. Cuando se cansaba de hacerlo, le cedía el derecho a manipular la paleta a su hija mayor, Paula —Paula Baniszewski tenía 18 años y era obesa, de 86 kilogramos—. Paula pegaba a Sylvia varias veces al día.

A la hora de cenar, Sylvia generalmente no comía en absoluto, sólo le era permitido observar cómo los demás comían. En muchas ocasiones, su hermana Jenny robaba disimuladamente un poco de pan para ella, pero tenía tanto miedo a Gertrude que nunca se atrevió a desafiarla.

Una vez, Sylvia tuvo que quitarle a Paula su traje de educación física, ya que sin él no podía dar la correspondiente clase de gimnasia. Cuando Gertrude se enteró, mandó a su hija Stephanie, una prostituta, y a su novio, Coy Hubbard, a arrojarla por las escaleras del sótano. Sylvia recibió un fuerte golpe en la cabeza y permaneció inconsciente durante casi dos días.

Coy Hubbard, quien tenía 15 años y era el novio de una de las hijas de Gertrude, pesaba 85 kilos y medía casi dos metros. Se convirtió en uno de los peores tormentos de Sylvia. Era una especie de experto en judo y le encantaba lanzar a la chica por el aire. En el sótano de los Baniszewski había un viejo colchón, que se suponía que le proveería a Sylvia un suave aterrizaje. Coy generalmente calculaba mal y Sylvia aterrizaba con un crujido en el suelo de cemento. Todo el mundo se reía. Nadie —incluyendo a Jenny— hizo algo al respecto. De hecho todos, menos Paula, parecían deleitarse con su comportamiento.

Una vez, Sylvia orinó en su cama sin darse cuenta. Esto fue porque la niña recibía de castigo patadas entre las piernas y por el daño perdió el control de su vejiga. Gertrude, enfadada, volvió a introducirle la botella de Coca-Cola en la vagina, aunque esto era algo ya habitual para Sylvia. Entonces, Baniszewski decidió que Sylvia no estaba a la altura para dormir arriba con el resto de la familia. Creía que sótano y el colchón serían lo suficientemente buenos para ella. A partir de entonces, Sylvia sólo se alimentó de una pequeña porción de agua y galletas saladas a la semana. También fue torturada y obligada a comer sus propio excremento. La muchacha se desnutrió y deshidrató.

Pocas semanas antes de su muerte, Baniszewski, con una aguja al rojo vivo, escribió en el abdomen y estómago de Sylvia: "Soy una prostituta y estoy orgullosa de serlo." Baniszewski a mitad del trabajo se cansó, pero Ricky Hobbs continuó mientras que John Baniszewski le sujetaba los brazos a Sylvia. A mitad de la última penúltima palabra, la aguja dejó de quemarle la piel, por lo que Hobbs empezó a hacerle cortes en lugar de quemarla con la aguja.


Mi opinión

Si tuviera que haber sido yo quien condenara a las personas que le hicieron pasar tal sufrimiento a esa muchacha, los hubiera puesto a todos a cadena perpetua y nada de "libertad condicional".  Los hubiera mandado a pudrirse en la cárcel por ser tan hijos de puta, por cómplices, por enfermos... no hay palabras para describir a esa clase de gente.  No son ni gente, no fueron gente.  Lo que le hicieron a esa joven fue inhumano, no hay palabras para describir todo lo que hicieron con ella.  Todo por diversión, por el placer que les causaba ver a alguien sufrir, llorar, gritar, lamentarse.

Jamás me ha agradado escuchar a alguien afirmar algo como "de seguro ha de estar quemándose en el infierno", pero de seguro esa mujer ha de estar en el infierno, porque encima quiso justificar todos sus actos porque pasó una triste vida.  Pero pienso que quienes hacen cosas tan horrorosas y suelen justificarse con "la vida triste que tuvieron" son aquellos que saben perfectamente lo triste que fue su vida, pero quieren igualmente ir por allí arrastrando consigo a todo aquel que pase por sus vidas por esa razón.  Es más, pareciera que quieren causar pena por ello y así librarse de toda condena que deban pagar.

Realmente no sé qué más puedo decir.  Al leer esta historia quedé horrorizada.  Sentí tanta pena por esa chica, porque yo no podría haber soportado algo similar.  Es más, nadie tiene por qué pensar en qué hubiera hecho "si hubiera pasado por algo similar", porque todos deberíamos ser protegidos de hechos tan lamentables como este. Pienso que aquellos que tienen el poder de condenar a una persona por sus actos deberían ser más justos, porque a esa desgraciada mujer le dieron derecho a libertad condicional, y no debieron, ella debió de haber perdido todo derecho porque le QUITÓ todo derecho a una muchacha menor de edad que no tenía NADA de CULPA de lo que ella tuvo que vivir.  No sé cómo esto pudo haberme caído tan fuerte, pero es que es jodidamente triste, y aún más triste que tantas personas cometieran el peor crimen:  "el silencio", porque no "querían meterse en problemas".  Puta madre, el ser humano es la peor especie que existe.

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